Uno de los productos que actualmente usamos a diario, y al que no le damos demasiada importancia por su bajo precio y accesibilidad, en otros momentos de la historia fue de gran importancia y existía un verdadero negocio alrededor de él: el hielo. Durante siglos este negocio fue muy importante en zonas donde la nieve o el hielo no estaban disponibles la mayor parte del año. Desde Béjar, Hervás o Piornal, se trasladaba la nieve en burros hasta zonas donde se acumulaba en estos pozos de las nieves, y nuestro Cáceres no podía ser menos y poseía (y posee) uno de medianas dimensiones, desde donde se abastecía a las familias pudientes para que refrescasen sus bebidas y alimentos. Esto sucedió hasta finales del siglo XIX, cuando Joaquín Castel Gabás (el fundador de la perfumería y droguería Castel), abrió en Cáceres una fábrica de hielo en Aguas Vivas. En ese momento el pozo dejó de tener sentido y cayó en desuso y abandono. Este pozo sigue resistiendo el paso del tiempo en la ladera norte del Paseo Alto, olvidado y dentro de una casa particular que se utiliza para el resguardo del ganado. De su recuerdo sólo queda el nombre de "Pozo de las Nieves" de una calle cercana, poco más, porque la mayoría de los cacereños desconocen su existencia. El pozo se conserva en no demasiado mal estado, excepto su bóveda que está en serio peligro de derrumbe (según me cuentan).
El inicio del negocio de la nieve comenzó en el siglo XVI, pero no fue hasta dos siglos después cuando se generalizó y reguló perfectamente, al hacerse una explotación exhaustiva y sistemática en zonas como Piornal, de donde venía gran parte de la nieve a nuestra ciudad. Del siglo XVII data nuestro pozo originariamente, aunque fue rehabilitado en el siglo XIX, adquiriendo la estructura que vemos ahora. Esta nieve se acarreaba en burros y se almacenaba en el pozo que es (como todos) cilíndrico, se aplastaba bien con el doble fin de ahorrar espacio y transformar la nieve en hielo, y se distribuía en capas de medio metro de espesor separadas por capas de paja y ramas de distintos arbustos.
Os muestro algunas fotos de no muy buena calidad, que me ha pasado un amigo, porque yo me he atrevido a visitarlo, porque quiero recordar que está en una finca privada, en una casa particular y es un pozo muy peligroso por lo profundo que es y las condiciones en las que se encuentra. Así es que nos conformaremos con estas imágenes para recordar que existe, que aún sería recuperable y recordar que esta ciudad se permite el lujo de tratar así su patrimonio extramuros...
ACTUALIZACIÓN ENERO 2021
En las últimas semanas hemos leído en la prensa numerosas noticias sobre el Pozo de las Nieves del Paseo Alto de Cáceres, en las que se ponía de manifiesto el lamentable estado en el que se encuentra (y peligroso). Mucho se ha escrito sobre él, pero nada mejor que el artículo que firmó el gran Serafín Martín Nieto el 5 de febrero de 2019 en el Diario Hoy, y que con su permiso explícito paso a reproducir, porque creo que arroja mucha luz sobre este resto único en la ciudad del negocio del hielo en siglos pasados. Espero que os guste y os aporte la información necesaria:
Hace pocos días, durante la romería de los Mártires, muchas personas se preguntaban qué era ese edificio semiderruido en la ladera norte del Paseo Alto, antiguamente llamado Cerro del Rollo. Se trata del antiguo Pozo de Nieve.
En una comarca en la que el estío es sofocante, resulta necesario combatir sus rigores. Con este fin, el concejo sacaba a subasta el abasto de la nieve que, desde Candelario y otros neveros de Gredos, transportaban los arrieros cacereños. Arrendadores de este ramo fueron, entre otros, el indiano Juan Durán de Figueroa, y Vicente Marrón. En ocasiones, servía para agasajo de las personalidades que pasaban por la villa.
En 1630, el cirujano Antonio Fernández contrató a varios portugueses, a los que pagó 467 reales y medio de sus jornales “y de otras personas que les ayudaron a cavar el poço de la nieve que el dicho lizenziado haze en el zerro del Rollo, exido desta villa, el tiempo que se ocuparon en lo acabar de ahondar y ensanchar lo que le faltava”; más otros 45 reales del alquiler de picos, azadones, espuertas y otras herramientas. Este cirujano era una persona emprendedora, pues en la Peña Redonda había construido un molino de viento. En 1639, vendió el pozo de nieve a D. Jerónimo de Godoy Ovando.
En el siglo XIX, establecieron sus negocios de nevería Juan Llovio y José Tejeda, pero sus precios no resultaban muy competitivos por verse obligados a transportarla en pequeñas cantidades a causa de no tener donde guardar la nieve . Para solventarlo, en 1844 instaron del Ayuntamiento la venta a censo del antiguo pozo del Barrerón del Rollo -ruinoso desde hacía años-, por cuanto solo servía de almacén de inmundicias y de animales muertos. Sacado a subasta pública, se adjudicó por 20 años a D. Lorenzo Fernández, quien lo cedió a D. Manuel Salgado, con la obligación de reedificarlo en el plazo de un año y amojonar de manera estable el patinadero. Por su parte, el concejo se comprometía a concederle terrenos próximos baldíos para hacer charcas donde recoger, así como en la de los Mártires y demás depósitos públicos, el hielo que quisiere.
Salgado no se limitó a encargar su recuperación al alarife Tomás Tejeda, sino que proyectó también una casa y una habitación para oficinas. A cambio, solicitaba la ampliación de patinadero para que los carruajes transitaran con mayor comodidad, lo que se le autorizó con reserva de que, aunque el pozo quedara dentro de la casa que levantaba, no adquiría ninguna propiedad sobre el mismo, sino el usufructo por el tiempo y condiciones señalados.
Cáceres no puede permitirse perder (como ha sucedido con tantos molinos, batanes, tenerías y hornos de cal) este edificio de época preindustrial y que su recuerdo se perpetúe solo en el nombre de una calle.
SERAFÍN MARTÍN NIETO
Diario Hoy, 5 de febrero de 2019
¡Qué interesante! Recuerdo haber estado en esa casa con unos 5 ó 6 años. Nos llevó mi abuela a mis hermanas y a mí, y recuerdo la imagen del vaquero que la habitaba entonces con su mujer y un bebé recién nacido. Lo del pozo de las nieves no lo supe hasta hace poco, y es del tipo de anécdotas que te ponen en el contexto de una época, en la de entonces y la de ahora. Valoramos bien poco lo que tenemos.
ResponderEliminarTenemos en Cáceres multitud de lugares como éste, abandonados, ruinosos y en propiedades privadas que ningún rendimiento le dan salvo el de privar a la ciudadanía de su existencia y del conocimiento que podrían aportar. Saludos
ResponderEliminarTenemos en Cáceres multitud de lugares como éste, abandonados, ruinosos y en propiedades privadas que ningún rendimiento le dan salvo el de privar a la ciudadanía de su existencia y del conocimiento que podrían aportar. Saludos
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