En un
rincón de la plaza, al que ha sido desterrado, se levanta este robusto rollo
que se conoce en el pueblo como “Rollo Matías”.
Apoyado
sobre tres gradas en muy mal estado, carece de pedestal, por lo que el fuste se
apoya directamente sobre el graderío. Este fuste es una gran columna de granito
de algo más de tres metros de alto y más de metro y medio de perímetro. Sobre él
un capitel con cuatro cabezas zoomorfas (una de ellas partida). Tienen la boca
abierta y pueden intuirse la lengua y los dientes, así como unos grandes ojos
que miran a los cuatro puntos cardinales como queriendo mostrar el poder del
señor de la villa sobre cada uno de los rincones del pueblo y cada habitante.
Sobre estas cuatro cabezas una gran esfera que representa al mundo apoyado en un dragón de cuatro cabezas.
Plasenzuela
pertenecía a Trujillo, y como otros pueblos, fue vendida por Felipe II entre el
1558-1559 para ayudar a incrementar las maltrechas arcas de la corona. El trato
se cerró por 16000 maravedíes por cada uno de sus 80 habitantes, y unos 1000
ducados por cada legua del término. Bajo estas condiciones el Caballero Juan de
Vargas y Carvajal se convierte en el Señor de la Villa de Plasenzuela. Este
pueblo fue vendido y revendido; su siguiente Señor fue Gonzalo de Tapia y el
último el Conde de Canilleros. Este rollo se mandó hacer por Juan de Vargas
a mediados del siglo XVI, aunque algunos
autores apuntan a un origen anterior como picota que se ubicaría en un cerro
cercano que aún se conoce como “el cerro de la horca” y que sería
posteriormente reutilizado como rollo.
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