En una de las primeras entradas del blog, publicada el 12 de
septiembre de 2014, os enseñaba una serie de esgrafiados curiosos que podemos
encontrar en la ciudad antigua. Ahora os quiero enseñar algunos más que no
dejan de ser sorprendentes por lo que representan y sobre todo por el lugar que
aparecen: el muro de un convento.
Para verlos nos tenemos que ir a las traseras de la Enfermería de San Antonio, lo que es ahora el Convento de las Jerónimas, en el precioso rincón que forma el adarve del Padre Rosalío. Si levantamos la mirada vemos que hay un muro lucido con varios esgrafiados fechados en 1946, y donde podemos ver, como os enseñé en el anterior post, la cabeza de un burro, un pájaro, peces, o una vaca con su “Dolón Dolón” incluido. Pero hace unos días, en uno de mis paseos habituales, reparé en que había otros dibujos, aunque más pequeños y deteriorados. Me fui por la cámara y usando el zoom descubrí la cabeza de una cigüeña, la cabeza de lo que parece un "osito" de peluche y lo que a simple vista creía una torre, era realmente una botella de anís sobre una bandeja. También hay una preciosa flor y otra imagen que me recuerda a una tijera, pero que no logro reconocer realmente.
Es muy curioso que los encargados de lucir el muro hace 70
años decidieran pararse a plasmar estas figuras. No sabemos ni por qué, ni para
qué, o si encierran algún mensaje personal oculto, o son una broma o un homenaje.
Y otra cuestión curiosa es que si las Hermanas Carmelitas que por aquella época
tenían su colegio en este edificio conocían la existencia de estos esgrafiados.
Sea como sea hoy os quería mostrar estos esgrafiados y como siempre os invito a
visitar nuestra ciudad antigua desde otro punto de vista, mirando nuestros
muros AL DETALLE.
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