Si leemos el Interrogatorio de la Real Audiencia, hay un momento en la parte dedicada a Malpartida de Cáceres, que se dice: “No hay río inmediato al pueblo, ni fuentes, más que una con la figura y nombre de fuente que apellidan Santa, también es más antigua que el pueblo, que dista como dos tiros de bala conforme vamos a Cáceres, es bastante perenne y solo en un año muy seco llega a apurarse, pero de la noche a la mañana se encuentra llena, pero hay muchos pozos de buen agua para todos usos, de suerte que pocas casas hay que no lo tengan y las que carecen de este beneficio es porque sus dueños no lo han puesto por la obra, pues en donde quiera que se cabe se encuentra agua y así en el circuito del pueblo hay varios.”
Casi no sorprende la gran cantidad de pozos que podemos encontrar en un simple paseo por Malpartida de Cáceres y sus alrededores. Ya os he enseñado algunos de ellos y me quedan unos cuantos más que mostrar. Hace poco me llevé una sorpresa en uno por el que había pasado decenas de veces sin prestarle demasiada atención, cuando la casualidad, y la incidencia justa de los rayos del sol, revelaron la inscripción que guarda desde hace más de 70 años en uno de los laterales de su cuadrado brocal.
Se encuentra en el camino de Aldea del Cano-Torreorgaz, lo que también se conoce como la Colada de Albarranas o calleja de la Cerca de los Lobos. En la sencilla inscripción podemos leer:
POZO DE
SAN BENITO
ENERO 1949
En esa fecha se realizó una ampliación del brocal antiguo para intentar recuperar su uso porque llevaba décadas clausurado. Se sabe que ya por 1887 se describe lleno de basura, huesos de animales muertos y toda clase de inmundicias. Tras esta pequeña obra no corrió mejor suerte porque en sus inmediaciones se instaló una gigantesca escombrera que terminó por anularlo y actualmente aparece vacío de agua, pero lleno, de nuevo, de basura y escombros, pasando muy desapercibido en los márgenes de este camino público.
Hoy solo os quería enseñar este pequeño pozo sediento por culpa de la gestión y mal uso que le hemos dado durante décadas cuando su único cometido era el de saciar nuestra sed y la de nuestros animales.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Los pozos y fuentes públicas extramuros. José Antonio Agúndez García.
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