En esta entrada vamos a asomarnos a las rejas que desde la
Avenida de San Francisco nos permiten ver la fachada de la Iglesia del Convento
homónimo y su atrio. Sin salir de ahí (ni entrar) y con lo que este enrejado
nos permite ver, podremos observar una serie de elementos curiosos que nos
acercarán a la historia del edificio; la que se suele contar, y como es común
en este blog, la de otros Detalles menos conocidos, pero igual de interesantes
y que suelen pasar desapercibidos.
1. BREVE HISTORIA
DEL CONVENTO
Comenzaremos con la tortuosa fundación del convento, que
durante siglos (literalmente) estuvo en suspenso. Para entender este lío nos
tenemos que remontar a la propia conquista de Cáceres y al famoso Fuero, más
concretamente a la carta de población o Fuero Latino, fechado en el 12 de marzo
de 1231 y en el que hay un fragmento que se ha interpretado tradicionalmente
como una forma de impedir que en la ciudad se estableciera cualquier tipo de
orden religiosa:
«… di y doy Cáceres con todas sus pertenencias a todos
aquellos pobladores que quieran poblarla, excepto a los de las órdenes
(militares), a los frailes de cogulla y a los monjes que renuncian al mundo,
pues del mismo modo que su orden les prohíbe a éstos daros, venderos o avalaros
una heredad, que el fuero y la costumbre os prohíba hacer lo mismo con ellos»
(1)
Y aunque don Sancho IV, en una Carta fechada el 25 de
febrero de 1285, concede a los frailes de la Orden de San Francisco de la
Provincia de Santiago, privilegios y exenciones para sus personas y conventos,
durante siglos se alude al Fuero Latino para evitar la implementación de
órdenes religiosas como se cuenta en las propias crónicas de la fundación del
San Francisco, realizada por Fray José de Santa Cruz, en la que señala que:
“… vino a Cáceres con deseo de fundar allí, y con dos
compañeros del mismo instituto y celo, el venerable padre Fray Pedro Ferrer,
del esclarecido linaje de los Ferreres de Valencia y pariente muy cercano de
aquél gran santo y prodigioso predicador del sagrado Orden de Predicadores, San
Vicente Ferrer. Mas no acababan de conseguir la fundación que pretendían,
habiendo estado allí casi un año en la demanda como dice nuestro Cronista
General. Y este mismo declara que entraron el año de mil cuatrocientos setenta
y dos. La villa se excusó con sus ordenanzas que tenían de no admitir
Religiosos, ni tener allí Conventos de cualquier Orden que fuesen, y se colige
de la detención e instancia del Padre Fray Pedro Ferrer por tantos días, señal
de que algunos le daban las esperanzas, que si fuera ley u ordenanza común, no
tuviera”
Y en el momento que Fray Pedro Ferrer desiste y quiere
marcharse de la ciudad ocurre un supuesto milagro que desencadena la fundación
del convento. Si para muchos el tema de los milagros es más que cuestionable,
éste suena a muy falso y poco trabajado… veréis. Dicen las crónicas que el
fraile en el inicio de su marcha de la ciudad se cruzó con un noble montado a
caballo y le suplicó que le diera una moneda para poder ponerle a su jumento la
herradura que le faltaba. Éste desde lo alto del rocín le dijo que no tenía,
que él nunca llevaba dinero, a lo que el fraile le contestó que se asegurara,
que algo llevaría. Entonces aquel caballero se echa la mano al bolsillo de su
chaleco y encuentra una moneda que nunca antes había visto, por lo que ambos
atribuyen el hallazgo a un milagro y como la señal para terminar levantando el
convento, que era a lo que Fray Pedro había venido a Cáceres.
Lo curioso es que el caballero no era otro que Diego García
de Ulloa (El Rico). Vamos… que en el tiempo que el fraile estuvo en Cáceres
tuvo tiempo para ganarse los favores de algunos nobles que le ayudaron a sacar
adelante el proyecto y como veían una oposición firme por una gran parte de la
Villa, optaron por lo del milagro para salirse con la suya. Esto ocurre a
comienzos de 1472, obteniéndose Bula de fundación del Papa Sixto IV el 3 de
diciembre de ese 1472.
Ya tenían el beneplácito de la nobleza, de la Villa, del
propio Obispo de Coria, Íñigo Manrique y del Papa de Roma, ahora solo faltaba
el dinero para levantar el convento. Los benefactores fueron bastantes y no
solo de las clases pudientes de la ciudad, sino que son los propios Reyes
Católicos y el Cardenal Mendoza, sobre los que recae gran parte de los gastos
de construcción. Y aunque en algunos libros se indica que en la fachada de la iglesia vemos un
gran escudo de los RRCC, no es verdad, este escudo es posterior como ya
veremos, aunque en el interior del templo sí aparecen referencias a Isabel y
Fernando, pero nosotros, como ya hemos dicho, nos quedaremos en las rejas de la
avenida de San Francisco.
Las obras continuaron y aquí es donde llegamos a un elemento
destacado en el conjunto y que guarda Detalles poco conocidos:
2. LA ARCADA.
La arcada define el espacio del atrio, ese lugar que sirve
de transición entre lo sagrado y lo mundano y que en este caso es de un tamaño
anormalmente grande para este tipo de edificio. Vemos cuatro grandes arcos de
medio punto con ménsulas y medallones en las enjutas. En dos de ellos vemos a
bustos de San Pedro y San Pablo con sus símbolos iconográficos de la espada y
la llave.
En la cornisa solo se conserva uno de los pináculos con una cabeza de
ángel, el resto se han perdido. En el centro nos llama mucho la atención un
gran medallón ornamentado con angelitos y búcaros y en el centro un águila que
sostiene entre sus alas el escudo de Felipe II rodeado con collar y toisón de
oro que, a decir verdad, se encuentra en un estado bastante malo de
conservación. Sobre el conjunto un trapecio en el que podemos leer la siguiente
inscripción:
DOMUS DEI PLURIMA
FORTITUDO& HEC EST
VICTORIA QUE& VINCINT
MUNDUM& FIDES NOSTRA& ANO 1571
Que puede traducirse como:
“La casa de Dios es la máxima fortaleza. Esta es la victoria
que vence al mundo: nuestra fe. Año 1571”
Realmente las obras de este magnífico edificio duraron
décadas por no decir siglos y vemos cómo casi 100 años después de su fundación
se añaden elementos que nos parecen que son del mismo momento si no nos fijamos con
detenimiento.
Hasta aquí lo que podemos encontrar en cualquier libro, pero
desde este blog buscamos enseñar algún elemento, algún Detalle menos conocido.
Hace unas semanas una seguidora del blog, Petra María Gómez, me pregunta por la
inscripción que hay en la arcada del San Francisco y, claro está, yo suponía
que se refería a la que os acabo de enseñar. Inmediatamente me contesta que no,
que se refiere a una que está en una de las columnas a ras de suelo y me
adjunta una foto de unas “letras” que jamás había visto. Como podéis suponer, a
la mañana siguiente agarré la cámara y allí estaban. Habré pasado frente a
ellas cientos de veces y no las había visto, quizá porque dependiendo de la
hora y de la incidencia de la luz, son muy difíciles de distinguir.
Inmediatamente envié las imágenes a mi admirado Joaquín Gómez Pantoja (profesor
de la Universidad de Alcalá de Henares con el que publiqué el descubrimiento de
una lápida romana inédita en el lateral del Palacio de las Cigüeñas) que le
aplicó un programa informático que hace una recreación tridimensional que
descartó su origen romano, pero que dejó claro que ahí se escondía una lápida,
aunque bastante más moderna. Consultado también mi buen amigo y prestigioso
historiador Antonio Rodríguez me confirma que no es romana y a lo conclusión a
la que puedo llegar es que es el reaprovechamiento de una lápida del origen del
propio convento a finales del siglo XV y colocada en el momento de levantar la
arcada casi 100 años después. Podría ser también fruto de una restauración,
pero por la ubicación, corte del fragmento y disposición, es menos probable.
Adjunto unas imágenes tratadas con filtros para que veáis mejor la inscripción,
aunque si tenéis suerte con la luz, cuando paséis por delante de ella la
podréis distinguir con facilidad.
IMAGEN RETOCADA CON LA HERRAMIENTA "SUBEXPONER" DE PHOTOSHOP
Y haciendo un poco de trampa, os pongo algunas fotos del impresionante esgrafiado que tiene la arcada en la cara de dentro y que es tan curioso que no me puedo resistir a enseñároslo.
3. LA FACHADA
Y seguimos mirando a la fachada y la gran remodelación que
sufrió en el siglo XVIII. De la original queda la portada de medio punto con
siete arquivoltas, seis de ellas con basa, fuste y capitel y la séptima
voladiza sobre la que se sustentaría un alfiz del que solo quedan los restos,
porque ha desaparecido. También la hornacina pertenecería a la fachada
original… y poco más. Esta gran obra que le dio a la fachada retazos de estilo
barroco se realizó en 1723 como reza una pequeña inscripción sobre el escudo
que corresponde con la llegada de los borbones, siendo éste el primer Escudo
Real Borbónico de nuestra ciudad, seguramente. Y en los contrafuertes los símbolos del escudo de Cáceres, el Léon y la Torre.
El resto de los elementos son de la remodelación de esta
fecha… pero en la cartela a la que me refería antes pone AVE MARÍA, AÑO DE
1723. Podemos suponer entonces que en la hornacina que se conserva sobre la
puerta habría colocada una Virgen… PUES NO. La Virgen estaba colocada en el
templete que corona la fachada, realizado con ladrillo y rematado con bóveda de
media naranja y decorada profusamente como se puede apreciar en las imágenes.
Una gran decoración con colores que aún se conservan para destacar alrededor de
La Virgen de la Estrella, la que el obispo, en contra de la voluntad del
Concejo, mandó realizar para que presidiera el Arco de la Estrella diseñado por
Manuel de Lara y Churriguera y que tras la negativa (y la imposibilidad física
de ubicarla allí), se mandó colocar en el convento de San Francisco como ya os
conté en una entrada de hace varios años y que volvió a ser cambiada de sitio
para acabar en las traseras de la capilla del cementerio donde ahora la podemos
ver aún. (Pincha aquí para leer la entrada: "La Virgen que acabó en un cementerio")
Si nos fijamos en las espadañas, la de la izquierda es doble
y solo conserva una de las dos campanas de la época y una curiosa veleta con las siglas SFC de San Francisco. En la de la derecha
había un reloj que ayudaba a los hermanos a conocer la hora cuando trabajaban
en el huerto.
Sin alejarnos demasiado de la reja que nos separa de este
fantástico edificio, hemos podido conocer algunos de los elementos curiosos
marcados por la historia de este monumento, que desde esa remodelación de 1723
hasta la actualidad ha pasado mil vicisitudes que van desde incendios,
desamortización o restauración y que contaremos en otra entrada, Al Detalle.
(1) GARCÍA OLIVA, 1998.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
EL MONASTERIO "SAN FRANCISCO EL REAL" DE CÁCERES. Ricardo Hurtado de San Antonio.
APORTACIONES INÉDITAS DEL MONASTERIO DE SAN FRANCISCO EL REAL DE CÁCERES, PLANOS. JOSÉ ANTONIO RAMOS RUBIO y VICENTE MÉNDEZ HERNÁN.
LAS ÓRDENES MILITARES Y LA VILLA DE CÁCERES: IDENTIFICACIÓN DE POSIBLES ENCOMIENDAS URBANAS (SIGLOS XIII – XV). D. Antonio Rodríguez González
Hola, Rubén. Gran post, como nos tienes acostumbrados.
ResponderEliminarMe llaman la atención las curiosas figuras sobre los esgrafiados de la parte interior de la arcada, a ambos lados del medallón. ¿Crees que son meramente abstractos con una función decorativa o que por el contrario tienen algún simbolismo?
Buenas¡¡¡ Pues le estoy dando vueltas porque creo que algo querrán decir... pero aún no he dado con la clave. Seguiré buscando. Un saludo¡¡
ResponderEliminarInteresante e ilustrativo estudio el de hoy. Muy bien
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